Irreflexión de un blogger sin talento

Menos mal que carezco de cualquier talento, y sinceramente me siento orgulloso de ello, o al menos respiro tranquilo al ser consciente de mi propia falta de él. Sin duda no podría ser una persona “talentosa”.
No me imagino llevando el pelo largo, o la barba de una quincena, ni mucho menos descuidar mi aseo en pos de mi intelectualidad. Tampoco me veo con gafas modernas, será que no me las pongo por lo que no me veo (y es que solo las utilizo cuando necesito de un alter ego, ya saben para que nadie sepa quién soy una vez me las quite). Al carecer de oído musical tampoco me veo transportando un guitarra de un lado a otro, aun mucho menos tocar jazz (todo el mundo sabe que yo soy más de vertiente comercial y por ende, sin gusto). Y si ya hablamos de recordar todo lo que he leído citando fuentes, autores y primos hermanos del director de la editorial que edito la primera edición de bolsillo….uffff, pero si no soy capaz de recordar donde dejé las llaves de mi casa (menos mal que quepo por la ventana). Además me gusta demasiado pasar inadvertido, de lo inadvertido que soy llamo la atención, fijense si soy inadvertido.
Qué dura debe de ser la vida de un joven talentoso… y menos mal que para postre de no tener talento, además, ya no soy joven. Aunque tampoco viejo, vaya estoy en una edad muy mala, ya saben esa en la que deberías de tener casa, mujer, tres hijos, posición social e ir de putas y en vez de eso, te ves en casa de tus padres, con doscientos proyectos en mente que no van a ninguna parte y jugando a la play. Que daño ha hecho al hombre la play… y a alguna que otra mujer.
Y es que sin duda cada día disfruto más de no ser nadie, o de ser todo un don nadie, sin carisma, sin elocuencia, sin mayor virtud que la de perderme en mis propios pensamientos y dejarlos divagar en este patrio de recreo que tengo en Internet.
Y es que lo peor no es que cualquiera como yo pueda tener un blog… lo peor es que, encima, cualquiera puede leerlo.