A tí.

Se que estás ahí, que a veces, muy a veces, te pasas por aquí para espiar mis pensamientos más secretos, creyendo que con ellos podrás descubrir algo más de mí, algo que a veces intuyes y que la mayoría de las veces ni siquiera tomas en consideración.
Escudriñas mis textos, buscando un leve error en el que puedas vislumbrar quién soy realmente, sin embargo, tu, como yo, también te sueles perder en mis letras, por que busques por donde busques no hallarás nada mas que un suspiro de quién soy.
Yo me desvanezco cuando intentas atraparme, por que soy tan efímero y volátil que no puedes atrapar mi esencia en tus ojos, por muchas veces que me releas, siempre termino huyendo en el mismo punto.
Sabes, soy así por que no soy nadie, y aunque pudiese serlo posiblemente no me atrevería.
No tengo miedo a decirte quién soy, es tan solo que no lo se. Otros seguramente tengan el privilegio (o la desdicha) de conocerme, yo aun no he sido presentado y solo me veo en la calle, por que esta ciudad es pequeña, más bien un pueblo de almas solitarias.
Cuando miro hacia arriba veo el cielo, y hacia abajo la tierra, supongo que yo debo estar en alguna parte entre esos dos lugares, o puede que en ninguno y todo sea une espejismo de la sed.
Es como el amor verdadero, demasiado frecuente entre polvo y polvo. Como la gran mentira de la eternidad, o de las líneas paralelas que nunca se tocan. O cuando escribía versos incoherentes en los oídos de otros perdidos como yo, sin nada que perder, sin nada que ganar.
Supongo que me pesan las etiquetas, porque siempre parecieron lápidas de mármol en mis espaldas, siempre les gustó decir que me conocían, que ilusos, que iluso.
Pasa el tiempo, sigue pasando y pasará incluso cuando ya no haya nadie como tu y como yo, que busque respuestas a preguntas tan poco importantes como un por qué sin nada más.
Me doy asco, me avergüenzo, y pese a todo me siento orgulloso de haber parido a solas mi propia vida, como tú, aunque tu sigas pensando que el ruido a tu alrededor es tu compañía, y nunca me creas cuando te recuerde tu soledad, que es tan solitaria como la mía.
Te aburro, me aburres, y pese a todo seguimos escribiendo y leyendo, buscando cada uno por su lado un leve error con el que podamos saber algo más.
Tú no serías nada sin mí, y sin ti yo no soy nada, los dos somos perdedores de esta gran victoria, aunque sin duda tu eres el mas afortunado, nadie te tirará piedras cuando te lleven al verdugo, sin embargo yo asistiré a tu muerte con una sonrisa en mis labios, tan socarrona como me sea posible, no me malinterpretes, no será por venganza, tan solo por ironía, por que al fin y al cabo, tu y yo solo somos dos caras de una moneda condenadas a nunca mirarse a los ojos.

0 comentarios :