La antigua Roma (o un título sin nada que ver con el contenido)

Hoy, de nuevo, me han invitado a una tertulia de escritores y he tenido que reconocer mis prejuicios personales hacia el movimiento intelectual que más cerca me pilla.
Afortunadamente la persona que me ha invitado no es un intelectual (gracias a Dios que soy ateo y yo tampoco entro en tan insigne grupo de elite literaria), sin embargo es una de esas personas con las que puedes hablar de todo y no pretende saber mas que tú de nada (aunque seguro, seguro, que sabe). Y es que en mi entorno, que no es mío pero así lo llamo por la cercanía y porque uno no puede evitar las casualidades, siempre se ha llevado mucho eso de la intelectualidad.
Yo tengo mi propia teoría sobre ese tema que “casualmente” a largo plazo y en un 95% de las veces se cumple. El intelectual de salón (me permito llamarlo así por que me da la real gana, nada más), suele ser una persona como norma general sutil socialmente, de esas que pasan desapercibidas, o sea, insignificante a todas luces, pero es en su hábitat (o sea, en las tertulias baratas que él mismo organiza) es el rey, una deidad cercana al paganismo. Es curioso como con los años y la voraz lectura de los libros de saldo en las ferias de libros de saldo (permítanme la redundancia) pasa de ser el que se lleva todos los “cosquis” en el recreo a ser el capitán del equipo del fútbol de las letras. Con su mordaz ingenio (sacado de la chistera de Groucho Marx, que digo si éste tío no tenía chistera) y su habilidad en construir frases con palabras de dudoso origen anglosajón es capaz de convertirse en el centro de atención de cualquier charla cafetera. Lástima que sean todos pacifistas convencidos, sino ¡qué líderes se ha perdido el mundo!
Como les decía, me resulta tan aburrido oír a alguien hablar de literatura moderna como leerla, y ridículo asistir a una reunión de dónde tan solo voy a sacar una cosa en claro, que él que más habla es el que menos folla (si ya se, resulto tosco y borde hoy, pero no habla así casi todo el mundo normal, incluso hay escritores que vomitan palabras malsonantes y por ello son considerados grandiosos). Cada día me resulta más reconfortante el considerarme un paleto, el pasar desapercibido en todos lados, el no tener que ganarme la razón, si, cada día disfruto más de estar callado, aunque días como hoy, me apetece escribir lo que pienso en este momento que puede no tener nada que ver con lo que piense dentro de cinco minutos, que para algo tengo el don de cometer errores, de meter la pata, de equivocarme y para colmo tengo un blog propio que nadie lee (mejor, ya que así me evito tener que responder si entra algún intelectual a leerme y se siente ofendido).
Si es que ya tiene uno bastante con tener que soportar a tus jefes en el trabajo, a la familia cuando te dan el coñazo y a los más cercanos cuando están echando chispas, para que, encima, te venga alguien hablando de la Grecia antigua, cuando a uno lo que le gusta es la antigua Roma, con sus gladiadores dándose mamporros.

1 comentarios :

  1. Moïra dijo...

    que ofensa...yo lo leo señor paleto!
    Senatus, populus que Romus!!