Las consecuencias del conocimiento.


La suerte de tener un espíritu crítico o una serie de inquietudes es que éstas nos empujan fuera de la comodidad de nuestras propias ideas y nos hace aventurarnos dentro de otras, nos lleva a leer, a preguntar, a buscar en otros con más formación o sabiduría en diversos campos respuestas a esas preguntas, a las cuales, nuestras propias respuestas no satisfacen, porque en algún momento del camino abandonamos el orgullo, para poderle hacer hueco a la experiencia. Una experiencia a la que le dimos el valor del  conocimiento, sin importar en demasía  de donde proviniese éste, con tal de que su credibilidad estuviese avalada por cierta verdad que no estuviese bañada por ningún tipo de egocentrismo, irracionabilidad o mero interés.
Desde las enseñanzas vitales de aquellos con muchos años más que nosotros en el camino de la vida,  historias y anécdotas impregnadas de vida, hasta las letras impresas donde esconden pudorosamente muchos el rostro  y aun así no sienten vergüenza de exponernos  su alma en completa desnudez, libros llenos de fórmulas que más parecen auténticos grimorios que libros de texto y personas que han aprendido a explicarlos y que sienten la misma satisfacción en enseñarnos su significado como nosotros en aprenderlos.  Historias comunes que no son televisadas y que no han pasado por ningún filtro de censura ni buscan audiencia más allá de nuestros oídos e historias extraordinarias, metáforas que nos empujan a mirar dentro de las palabras como si cada carácter encerrara en su trazo una nueva frase e historias tan crudas que nos dejan con la impresión de haberlas vivido nosotros. 
Y así toda nuestra vida.
Desde que empezamos a descubrir mentiras, ya fuesen estas construidas por la tradición,  por el equívoco conformista o por la piedad de la condescendencia, siempre nos hemos preguntado que hay tras ellas, que misterioso tesoro necesita un mapa tan laberíntico donde habitualmente es tan fácil perderse. Y hemos buscado,  nos hemos preguntado y hemos preguntado a otros por las señales del camino, tan solo con una firma convicción; ir más allá de nuestro propio conocimiento, porque solo hiendo más allá de nuestra propia perspectiva podemos ver mejor el bosque.
Muchas veces hemos tirado muros de la fortaleza de nuestro ego, para poder ampliar la biblioteca de este palacio al que llamamos mente, hemos preferido exponer nuestra ignorancia para acercarnos a la sabiduría, con solo el escudo de lo que ya llevamos aprendido para defendernos de la ignorancia, ya sea real o fingida con diversos propósitos, de los demás.
No se es más sabio por saber más, se es más sabio por querer saber más, por evadir con cada nuevo paso, el recuerdo del paso dejado atrás, por no encadenarnos a un poste para dar círculos sobre una misma idea, sino por tener el valor de romper las cadenas y, aun sin rumbo,  atrevernos a  andar siempre en otra dirección.
Esas son las consecuencias del conocimiento, no etiquetar lo conocido nunca como convicción, no enjaular jamás nuestra mente en el miedo de estar equivocados y por ello cantar alegremente en la jaula de nuestro ego,  el mejor silencio precede al oído atento, a la vista agudizada y, en definitiva; a querer aprender más allá de lo ya aprendido. 

2 comentarios :

  1. contar dijo...

    dicen que no es mas sabio el que mas sabe sino el que sabe que todavía le queda mucho por aprender, creo que lo leí aquí en tu blog o algo parecido.
    un abrazo

  2. Està todo relatado divinamente .
    Y estoy totalmente deacuerdo contigo
    Mi padre tiene siempre un dicho que dice:
    "Eres tonto hasta que preguntas"
    y si por verguenza no preguntas ,
    "eres tonto toda la vida"
    El paso de los años es la experiencia y esa es la mejor de las sabidurías.

    ** . * . . . . * . * . Un besito
    .. * . (\ *** /) * . * cielo
    .* . * ( \(_)/ ) * * . que tengas
    .* . * (_ /|\ _) . * . un buen
    .* . * . /___\ * . . * dia