Hay dos tipos de personas, los que esperan y los que intentan anticiparse; mientras los primeros se dejan llevar por los acontecimientos e intentan sacar partido de ellos, los otros intentan provocarlos o al menos ser parte de esa génesis. Los conformistas y los que se involucran, los que intentan vivir y los que viven a costa de los que lo intentan, los que siguen y los que son seguidos.
Nuestro mundo está lleno de ambos casos, nuestra sociedad se rige por ambos y el sistema no consiste en nada más que dividir ambos grupos y diferenciarlos bien entre ellos.
No son más que dictaduras individualistas, donde abandonamos cualquier razón lógica y nos dejamos llevar por nuestras propias circunstancias a las que llamamos libertad, aunque el coto sea tan pequeño que cada vez que nos giramos vemos una valla limitándolo.
Hemos sucumbido al nihilismo de nuestro propio reflejo en el espejo, solo que éste ya no nos devuelve nuestra imagen sino la de otros más agraciados físicamente, con más fama, dinero o capacidad de liderazgo.
La idea de hermano nunca será comprendida sino hay un padre en común, por muy huérfanos que seamos, somos incapaces de unir eslabones diferentes con tal de fortalecer la cadena, ya que cada cual quiero darle un uso diferente a esa fuerza, y ésta siempre termina rompiéndose por la misma razón; sin dirección no hay fuerza.
Todos intentamos barrer hacia nuestra propia casa y no somos capaces ya de diferenciar cuanta basura hemos introducido en ella, tanta, que no somos capaces de encontrarnos ya dentro de nuestro propio hogar, o al menos, de diferenciar quién somos realmente, ¿lo que tenemos? ¿lo que intentamos representar? ¿lo que los demás dicen?... saboreamos con demasiada delicadeza las migajas de nuestro propio yo, cuando deberíamos de devorarnos a nosotros mismos con el mismo ansia que otros nos devoran cada día.
Señalamos y somos señalados, intentas seguir o ser seguidos y cuando en alguna rara ocasión no existe una débil huella, por muy difusa que ésta sea, a la que seguir y poder excusar así nuestras debilidades en las de otros, nos erguimos como pastores sin rebaño, y gritamos al viento nuestro dogma, jactándonos de nuestro único seguidor, que no es otro que nuestra propia sombra… arrastrándose por el suelo.
Lo que tan bien describes, es ni mas ni menos que el egoísmo, que en todo el mundo engorda mas cada día retroalimentandose de si mismo.
un abrazo
Nietzsche y Ortega y Gasset estarían de acuerdo contigo
Este es el resultado de pasar de la noche a la mañana del blanco al negro, saltándonos toda la escala de grises que existe entre ambos extremos... como dijo cierto actor.... nos vamos a ir ¡¡¡a la mierda!!! Saludos, y pese a lo negativo del post, o positivo (si se trata de cierto desahogo personal), celebro que este blog siga con "vida" aunque en sus palabras sean un reflejo de sombras de una tumba olvidada ^_^
Gracias por vuestros comentarios, como sabéis últimamente posteo poco, ando bastante ocupado con ciertas "cosillas" pero espero poder volver a tener cierta regularidad en mis post en breve, un saludo.