Este año no os voy a desear felices fiestas, porque esas dos palabras necesitan de muchos factores para que se cumplan; que vuestra economía no os apriete con la incertidumbre de perder lo poco que tenéis, que la alegría se ahogue en el recuerdo de aquellos que no se sentarán con vosotros a celebrarlas, que el año que empezará ya no vendrá con tanta esperanza como otros porque andamos cansados de tanta falsa ilusión, sé que no es posible celebrar nada cuando se ha perdido tanto o cuando no dejamos de perdernos día a día… y la hipocresía no es una de mis virtudes.
No, no os voy a desear felices fiestas, porque mi deseo no tiene poder para convertirse en realidad y solo se quedaría en palabras vacías de contenido dichas desde el espejismo de las buenas maneras como dicta el protocolo navideño.
Estas navidades no son para celebraciones y fiestas, no vamos a olvidarnos del miedo con dos simples palabras ni vamos a hacer que desaparezca inundándolo en alcohol o en colesterol, y resultaría hipócrita celebrar el nacimiento de Dios como símbolo de alegría si en Mayo ya tenemos planeado crucificarlo.
Estas fiestas deberían de estar bañadas con algo más profundo que el amor más pueril o el capitalismo más salvaje, con más contenido que la risa fácil o que las lágrimas que se asoman.
Es hora de dejar de pensar en palabras tan vacías como la fe y la esperanza y ver la realidad en su forma más brutal, cuando la tenemos delante y no hay forma de escondernos de ella como hemos ido haciendo tantos años atrás.
Las fiestas no harán que desaparezca el problema, nada hará que desaparezca, ni los rezos ni ese afán nuestro de buscar perder la conciencia con cualquier celebración, de no pensar, de echar la culpa de todo siempre a cualquier factor ajeno a nosotros, de demonizar y culpabilizar siempre hacia fuera de nosotros mismos.
Porque tenemos miedo a la responsabilidad de nuestros actos, tenemos miedo a descubrir en que hemos convertido el mundo, en que nos hemos convertido a nosotros mismos y ese miedo es un mantra que nos repite continuamente que no podemos hacer nada, y ahí radica su poder, en nuestro conformismo.
Este año no os voy a desear felices fiestas, pero me puedo permitir el capricho de desearos que afrontéis vuestra responsabilidad, que descubráis algo encerrado dentro de vosotros mismos llamado voluntad, que aprendáis a utilizarla como el mayor poder que existe y que quizás, con la suficiente fuerza y el con el suficiente valor podáis cambiar las circunstancias entre todos, y que el año que viene deje de resultar tan aberrante eso de felicitaros por las fiestas y os pueda felicitar por haber convertido el mundo, entre todos, en algo mejor de lo que fue antes.
Un deseo igualmente inútil, porque tampoco está en mi mano, pero mucho mas realista porque si esta en las vuestras.
Estas navidades no son para celebraciones y fiestas, no vamos a olvidarnos del miedo con dos simples palabras ni vamos a hacer que desaparezca inundándolo en alcohol o en colesterol, y resultaría hipócrita celebrar el nacimiento de Dios como símbolo de alegría si en Mayo ya tenemos planeado crucificarlo.
Estas fiestas deberían de estar bañadas con algo más profundo que el amor más pueril o el capitalismo más salvaje, con más contenido que la risa fácil o que las lágrimas que se asoman.
Es hora de dejar de pensar en palabras tan vacías como la fe y la esperanza y ver la realidad en su forma más brutal, cuando la tenemos delante y no hay forma de escondernos de ella como hemos ido haciendo tantos años atrás.
Las fiestas no harán que desaparezca el problema, nada hará que desaparezca, ni los rezos ni ese afán nuestro de buscar perder la conciencia con cualquier celebración, de no pensar, de echar la culpa de todo siempre a cualquier factor ajeno a nosotros, de demonizar y culpabilizar siempre hacia fuera de nosotros mismos.
Porque tenemos miedo a la responsabilidad de nuestros actos, tenemos miedo a descubrir en que hemos convertido el mundo, en que nos hemos convertido a nosotros mismos y ese miedo es un mantra que nos repite continuamente que no podemos hacer nada, y ahí radica su poder, en nuestro conformismo.
Este año no os voy a desear felices fiestas, pero me puedo permitir el capricho de desearos que afrontéis vuestra responsabilidad, que descubráis algo encerrado dentro de vosotros mismos llamado voluntad, que aprendáis a utilizarla como el mayor poder que existe y que quizás, con la suficiente fuerza y el con el suficiente valor podáis cambiar las circunstancias entre todos, y que el año que viene deje de resultar tan aberrante eso de felicitaros por las fiestas y os pueda felicitar por haber convertido el mundo, entre todos, en algo mejor de lo que fue antes.
Un deseo igualmente inútil, porque tampoco está en mi mano, pero mucho mas realista porque si esta en las vuestras.
..."resultaría hipócrita celebrar el nacimiento de Dios como símbolo de alegría si en Mayo ya tenemos planeado crucificarlo."
Me quedo con esta frase... y en cuanto a lo demás, es la forma más sencilla que tiene la gente por un momento de dejar de lado, aunque sea momentáneamente sus problemas, yo al menos lo veo así... Saludos y fel... bueno, mejor no te lo digo ;)
vente pa Andalucía y te vamos a enseñar como se llevan las crisis, y las fiesta, que hasta de la crucifixión del que mañana nace hacemos un sarao que no se lo salta un beato.
y es que como dice un compañero si tiene solución pa que me preocupo, y si no la tiene ya no tiene remedio así que tampoco me preocupo, el caso es pasar la vida lo mejor posible
no tenemos dinero pero se pasea por una bella ciudad se tienen agradables conversaciones con amigos que están como tu sin un duro, y se celebra con una botellona, y unas pipas hasta que el escaparate de la tienda de la esquina tiene los maniquís en cueros, y encima no se contamina.
ya ves, yo ni rozo la zona oscura, aunque la comprendo.
un abrazo
Hay muchas cosas negativas, es verdad. Pero también hay cosas que merecen la pena y que son muy especiales.
Y ahora, pa pincharte:¡¡Felicidadesssssss!!. Y te lo digo porque te lo deseo de corazón. ¡¡¡¡Bezozzzzzzzzz!!!
Hay muchas cosas negativas, es verdad. Pero también hay cosas que merecen la pena y que son muy especiales.
Y ahora, pa pincharte:¡¡Felicidadesssssss!!. Y te lo digo porque te lo deseo de corazón. ¡¡¡¡Bezozzzzzzzzz!!!
AMEN!!!!
Si me lo permites yo si te voy a felicitar.
¡¡¡Feliz Falsedad!!!
Que bonita entrada, está genial
Gracias por vuestros comentarios, aunque el tema navideño esta abierto a multitud de puntos de vista, creo que eso es lo de menos, la cuestion es que si todos, de la misma manera que pensamos que la fe mueve montañas, descubriesemos que la voluntad mueve el mundo, quizás rotara de otra forma...