El error de los elegidos o los elegidos por error.


Una imagen se me revela mientras escribo el título de este post, me veo a cinco militares en formación y al sargento pidiendo un voluntario, ante lo cual cuatro de ellos sin dudarlo dan un paso atrás, dejando en primera línea al gilipollas de turno, que será convertido, con el tiempo, en un héroe voluntario.
Y puede que la vida sea así, quizás nadie se atreva a ser un héroe y cuando alguno sobresale por ello no es cuestión de valentía, sino de que los demás fueron más cobardes (y astutos) que él a la hora de evadir sus responsabilidades.
La heroicidad es cosa de solitarios, o de tontos para la mayoría de los mortales, generalmente es una enfermedad de tontos solitarios que al no pensar como el resto de sus compañeros de fila no logra distinguir su instinto natural de dar un paso atrás y se queda parado. En este supuesto, el héroe no ha sido elegido por error, ha sido su propio error ( el desconocimiento de la cobardía de los demás) el que lo ha convertido en futura carne de cañón.
Esto ocurre más de lo que nos atrevemos (más por pura hipocresía que por ignorancia) a postular como hecho generalista, esa historia que todos conocen, contada, imaginada, leída o convertida en leyenda urbana, de aquél que esperando el respaldo del grupo se atreve a enfrentarse al peligro y mirando atrás un momento descubre que todos han salido corriendo, menos él, que por su confianza se ha convertido en “el héroe tonto de turno”, o futuro mártir de la memez.
Porque el ser humano ante todo destaca por dos adjetivos descriptivos, estúpidos y cobardes; fecundos padres de otros tales como la hipocresía, la envidia y si me apuran hasta la soberbia, podemos debatir esta afirmación hablando de lo bueno que el ser humano tiene en él, pero la historia, esa gran olvidada, nos abofetea con tanta crudeza que nos lleva a pensar que si seguimos siendo así sea quizás por no asumir cierta programación con la que salimos de fábrica.
Pero peor parte lleva el elegido por error, que es el individuo que pese a su propia cobardía, pese a ser consciente de la naturaleza humana es elegido por la mano del destino “aquí llamado sargento”, para convertirse en el peor héroe de todos, aquel que debe, sin serlo, dar pruebas constantes de su valentía para convertirse en “ejemplo” de los demás, y una vez finalizado su propósito, ser desterrado al olvido para mantener viva tan solo la memoria del héroe, sin el hombre cobarde y vulgar que realmente fue.
Un océano se compone de una cantidad de gotas de agua inmensa, en determinados momentos algunas fluyen por encima de las demás, pero no es su voluntad las que las empujan al cielo, sino tan solo la fuerza del viento y de la marea.
Al final, nuestros héroes, ambos de los dos descritos, tendrán su merecida tumba en el olvido y el sargento, posiblemente obtenga su medalla al valor.
Porque el mundo no necesita saber cómo se hace un héroe, tan solo necesita tenerlos.

1 comentarios :

  1. PAKY dijo...

    Yo opto más por pensar en la segunda opción, es decir, la de los elegidos por error, y para muestra de ello, esa cosa tan guay por la que han muerto (y siguen muriendo en lugares paradisíacos como Cuba, Corea o Irak) tantos miles y millones de personas en el mundo... esa cosa llamada Democracia, que no es más que el dedo acusador de unos pocos (los que van a votar) de imponer su autoridad y elegir al pardillo de turno para cortarle la cabeza o echarlo a los leones cuando haga las cosas mal...