Cuando un café solo deja de ser sólo un café.

Vaya últimamente no paro de hablar de mí, de mí mismo y de mis otros yos, sin duda he debido entrar en la diabólica espiral del egocentrismo blogero. Pero de todas formas como no conozco nada mas interesante últimamente que yo mismo pues sigo.
Aunque para ser sinceros, soy de esas personas que no creen poseer nada especial, pero claro el protocolo es el protocolo, y como no tengo abuela. De todas formas si es cierto y ahora dejando la ironía a un lado, es que si siento que me pasan a veces cosas especiales, evidentemente dentro de mi “idea” de lo que es que me ocurran cosas especiales.

Especial=raro=surrealista=extraño=poco frecuente= sinónimos varios para cada gusto. Hoy llegaba del trabajo con el tiempo justo de comer algo rápido, ducharme y salir corriendo a casa de un cliente, y dejando a un lado la poco gratificadora experiencia de dicho cliente, que estoy deseando pasar a algún otro compañero que como yo también sea polifacético y tenga paciencia, ya se sabe como son algunos “clientes” cuando trabajan con freelances (bueno, bonito y barato…sobre todo barato, y si puede ser mas barato mejor pero eso si que tenga mucha profesionalidad…sic….). He tomado mi café solo de la tarde, a la compañía de dos desconocidos, ese tipo de personas abiertas y campechanas que empiezan ha hablar y de buenas a primeras te meten en la conversación y te hacen participes de ella, y sin saber como te ves hablando con dos desconocidos que empiezan a contarte sus vidas, sus experiencias y un montón de historias dignas de figurar como libros en cualquier estantería de alguien que valore una buena historia. Nunca he sabido por que me ocurren cosas así, por que considerándome una persona sería e introvertida (aunque solo lo sea como fachada, me sigue gustando el anonimato por encima de todo, si no, no pondría fotos retocadas mías en este blog), soy una especie de imán para ciertas situaciones o para cierto tipo de circunstancias, o personas. Parece ser que debo inspirar confianza o tan solo que me gusta oír las historias de otros casi tanto o quizás más que contar las mías propias, o quizás solo sea que en estos tiempos en los que todos queremos decir algo a mi me gusta oír ese algo, y oír, de verdad, es mucho más difícil que hablar.
Tenía ganas de contar hoy algo mundano, trivial, por que sin duda son esas pequeñas cosas triviales y mundanas la que hacen una vida, sobre todo para los que no estamos destinados a algo grande, o carecemos de dinero, poder o influencias de lograr algo por lo que ser recordados. Al menos el otro lado también tiene su importancia, ya que somos precisamente nosotros, los don nadies, los que convertimos en algo grande en nuestros recuerdos, los hechos de otros.

0 comentarios :