Podemos.

Parece un tópico eso de que el tiempo nos va cambiando, de que la vida adulta significa ir dejando atrás parte de nuestras más profundas inquietudes. El día a día, el trabajo, las preocupaciones, los gastos, la imagen que debemos dar… todo ello parte de lo que significa ir creciendo en nuestra sociedad va relegando a último lugar a ese tenaz niño que aun se maravilla mirando las estrellas y preguntándose tantos porqués.
Sólo unos pocos privilegiados pueden seguir manteniendo esa bandera en alto, la que nos impulso a imaginar por primera vez, o al menos eso solemos creer.
Cierto es que vivir significa ir hacia delante, pero no existe solo un camino lleno de señalizaciones para ello, hay demasiadas bifurcaciones como para dar solo por buena una, tantos caminos como podamos imaginar.
Caminar solo no es algo malo, se descubren senderos que de otra forma sería imposible ver, nuevos horizontes, nuevas estrellas, quizás nuevos mundos. Apartarse del camino no significa perderse si no corremos en esa gran maratón en la que nos apuntan nada mas nacer. Se pueden hacer las cosas de otra manera, se puede vivir siendo uno mismo, sin necesidad de parecer parte de un grupo, se puede vivir siendo parte de la humanidad sin que por ello debamos elevar ningún estandarte de otros ni seguir caminos prefijados.
Podemos compartir, podemos hablar, podemos crecer sin necesidad de estar atados a un palo rígido que haga que crezcamos derechos. Podemos elegir nuestro propio camino. Podemos decir soy yo mismo sin necesidad de pertenecer a este o a otro grupo. Podemos seguir siendo niños por mucho que la vida nos quiera hacer adultos. Podemos seguir creyendo. Podemos ser diferentes.

Podemos.