La tinta de la vida.

Khalil (Jalil) Gibrán es uno de mis autores favoritos desde siempre, antes de que se pusiera de moda Jorge Bucay y otros minirrelatistas, existía este autor que pese a ser un clásico también resulta a su vez un desconocido para el gran público. Y es que antes, eso de leer era una aventura, al no existir marketing cada cual tenía que ir descubriendo el camino por sí solo, y con cada libro existía un descubrimiento interior, por que parecía que el autor nos hablaba directamente a nosotros, nos hacía sentir que aquello que leíamos era un bis a bis y no una conferencia en un palacio de congresos.
Antes, leer, suponía una elección que te marcaba, no una moda impuesta por las editoriales y los best sellers. Según el apetito del lector, éste iba reuniendo como un tesoro vivo esos libros raros que servían de maestros, amigos e inseparables compañeros.
Las aventuras se vestían con túnicas griegas, el misterio encendía una pipa junto a la chimenea mientras Conan Doyle nos preparaba un té y en el sótano, quizás emparedado, teníamos un gato negro de mascota llamado Poe.
Luego llegarían otros horrores traídos de otra dimensión de la mano de Lovecraft, miraríamos al demonio disfrazado de Crowley, conoceríamos otras ciencias y conoceríamos otros dioses, otras culturas y otras formas de ver o quizás de interpretar este mundo tan sencillo en apariencia.
La primavera se vestía de negro, mientras Bécquer y Espronceda jugaban al ajedrez en la salita de espera, y poetas olvidados nos explicaban que todo y nada era lo mismo por que las palabras solo eran palabras y lo único que permanecía era la idea.
Platón intentaba convencer a Descartes de que sin experimentar la no existencia no podía hablar de ella, ergo logo sum flaqueaba ante una critica racional pura antes incluso de que Niezsche tuviera bigote.
Siddharta pintaba a Mushashi dentro de una mariposa llamada Chan antes de que el manga absorbiera a una juventud con los ojos como platos y el pelo teñido de verde.
Y cada letra era un mundo, y cada mundo tenía su propio Carl Sagan que como guía nos enseñaba a creer que hay tantos mundos como podamos imaginar.
Antes, leer era el preludio del sueño, y cada coma un navío naufragando en el Aqueronte de nuestra almohada.
Cada lector tenia en su mente, su propia isla del tesoro, por que aquello que leía le elevaba un peldaño por encima de sí mismo, eso era leer, crecer, vivir y ser parte de la vida, no de una vida aburrida, no de una vida plana… sino de una vida tan real y fantástica como eran capaces de imaginar.
Cada libro era una puerta, cada autor era un guía, pero el camino siempre lo hacías tú al caminar.
Leer significaba, como escribir, tener el deseo de aprender, de saber, de conocer…
Y algunos no logramos concebir la vida sin ese anhelo de ser algo más de lo poco que somos, de escapar de tanto muro a nuestro alrededor, de quitarnos tantas máscaras como nos pone la sociedad…
En nuestra propia historia interminable, leer nos hace libres. El conocimiento quizás no sea la felicidad, aunque desde luego puede que sea lo más cercano que tendremos nunca a ella.

1 comentarios :

  1. PAKY dijo...

    ¿Sabes que pasa actualmente con el tema de la lectura? Hubo un listo o lista que se inventó una cosa espeluznante llamada LOGSE, que después fue LOCE y ahora LOE, en fin, un invento del gobierno de la época (PP por aquel entonces.....) para crear borregos como en la época de Mr "F". Y la verdad es que el invento ha salido bien como podemos comprobar hoy dia. Ya estoy cansada de que se culpe a la "caja tonta" por todo, yo me críe con ella como compañera. El tema está en inculcar desde casa, desde la escuela, en los medios, etc. En fín, tu ya sabes lo que pienso de esto... Gracias Sr Ansar, y a los ministros y ministras de cultura, y a Chabessss por su "orden de incentivos".....