El sabor del miedo.

Vas al banco, no tienes dinero en tu cuenta, un error informático a nivel nacional te dicen….
Llamas a tu trabajo, no saben si te incorporaras de nuevo, no están entrando trabajos te dicen…
Oyes hablar a la gente a tu alrededor de la crisis, recuerdas las palabras de un conocido que vaticinaba el fin del mundo…
Lees el periódico; muertes, tragedias, accidentes, pocas o nulas noticias buenas… diariamente, la televisión te habla de miserias ajenas y de fama fácil, de más muerte, de más guerra y de demasiada trivialidad engrandecida para mejorar cuotas de audiencia…
Lees blogs… noticias por Internet… chateas con gente…
Intuyes que cierto instinto arcaico nace en ti, lo vas notando lentamente en tu paladar, se te resecan los labios…
Miras a tu alrededor y te preguntas por qué nadie aparenta hacer nada, por qué a pesar de lo que subyace en cada uno, aparentan normalidad… meditas en silencio sin encontrar una respuesta.
Y ves como las respuestas se van vislumbrando tras la espesa niebla de la lógica. No hay miedo por que todo ocurre lentamente, los cambios van sucediendo poco a poco, convirtiendo las pistas de su delito contra la humanidad en un mero adorno en las conversaciones… la gente está dejando de tener miedo y asimila la derrota antes de haber intentado luchar cuando podían… vamos de cabeza al matadero esperando oír la nota del cuchillo sobre nuestro propio cuello.
El narcótico de las vidas apacibles esta produciendo la somnolencia de un pánico disfrazado de conformismo existencial…
El mundo empieza a caer, y recuerdas las palabras de alguien que no recuerdas; “Lo peor que puede hacer un hombre bueno es … no hacer nada”.
Entonces el sabor que impregnaba tu boca se te revela con la contundencia de un puño en el estomago… te sientes solo y en tu soledad descubres el sabor del auténtico miedo...
El mundo tiene tan solo lo que merece

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