Y ahora hablo yo a solas conmigo mismo

Cuantas vueltas por ahí... tantas, que casi ha perdido el sentido seguir buscando. La busqueda, ese incierto camino que todos emprendemos, cada uno llevado por un fin propio, cada uno con una meta diferente, cada uno... solo.
Porque así nacemos, así vivimos y al final, así moriremos. ¿Por qué entonces tememos tanto la soledad?, ¿por qué huímos de ella con ese afán de dejarla siempre lo más atrás posible y hacer uso de ella solo cuando nos convenga?. Soledad, terrible compañera y sinembargo, al final, la más fiel. Tanta gente en el mundo, y a la vez, tanta soledad... Hoy me siento una pequeña isla, tan pequeña e insignificante que no figura en nigun mapa, ni poseo orilla siquiera donde vayan a descansar las olas de mis pensamientos. Hoy he decidido cabar mi propia tumba y enterrarme dentro de un ataúd de cristal para que puedas ver como voy pudriéndome poco a poco. No me malinterpretes, no soy un triste amargado, ni un bohemio solitario, no soy un escritor frustrado ni mi intención es llamar la atención. Hoy, ahora, tan solo soy un muerto más a solas con esos fugaces estertores que provoca el rigor mortis de la soledad. Si, me siento solo, pero eso no significa que lo este. De hecho no lo estoy en absoluto, nunca lo he estado. Quizás sea exactamente ese el problema, la extrañeza con la se viste mi soledad. Siento la soledad como parte de mi, y haga lo que haga, este donde este, siempre estaré solo.
Completamente solo.
..........................................................................que fugaz es el pensamiento, que se escapa y queda atrapado en el tiempo dentro de su propia órbita.
Mañana vestire otro ropaje menos andrajoso, por esta noche he terminado.

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