Prólogo
A veces soy reacio a dejar caer por aquí alguna poesía escrita tiempo atrás, a veces las leo pasados los años, y veo cierta cursilería en ella, cierta inocencia ingenua que de alguna forma crea un rechazo a esas letras escritas en otro tiempo, en otra vida.
A veces soy reacio a dejar caer por aquí alguna poesía escrita tiempo atrás, a veces las leo pasados los años, y veo cierta cursilería en ella, cierta inocencia ingenua que de alguna forma crea un rechazo a esas letras escritas en otro tiempo, en otra vida.
Con el paso del tiempo uno va descubriendo cosas de sí mismo, va cogiendo perspectiva, visionando su pasado y con él desvelando ciertos futuros posibles.
Alguna vez, ordenando mi habitación, descubro olvidado en alguna caja o cajón, un trozo de cuaderno escrito, alguna revista antigua, y me da por leerlo, y recuerdo cosas que creía olvidadas, la poesía suele ser una de ellas.
Antes creía que la poesía era inspiración, que se necesitaba una musa para hacerla emerger, con el tiempo he descubierto que no es así, que la poesía nunca estuvo en “tu pupila azul” (como decía Becquer), la poesía no era un producto que llegaba de dentro a fuera, la poesía era una forma de sentir las cosas, los sucesos, a la gente, era en definitiva, mi propia manera de respirar.
La historia de una gota de sal.
Érase una vez, una hermosa gota de sal, del cielo de los ojos caída, a los labios de la boca del mar, creando con su caer un sendero, un camino de sal que unía la tierra al cielo.
Y dibujando con su vuelo, a ras de mejilla, un hermoso duelo, entre el lejano mar y la cercana orilla, parecíase tornar en una carita bella, de gota de sal en hermosa estrella.
La nariz preguntaba al verla pasar, mirando de pasada el surco estelar, ¿de dónde viene esa gota y a dónde esa gota irá?
Los ojos la despedían, intentándola abrazar, pues sentían que con ella se iba su beldad, la boca la esperaba, ansiosa de su llegar, pues sabía que al abrazarla, se haría azúcar en su paladar.
Las mejillas se sentían orgullosas, llenas de vanidad, pues habían sido camino, de una estrella al pasar.
Mientras tanto, nuestra amiga gota de sal, se paseaba por la cara sin pensar, pues había comprendido que no importa el camino, sino tan solo el caminar, y que seguramente, o mas bien quizás, repetiría su peregrinar, pero no importaba el ir y el venir, ni el paso ni el pasar, lo importante era ella, el ser una gota de sal, que al caer… relucía como una estrella.
Y dibujando con su vuelo, a ras de mejilla, un hermoso duelo, entre el lejano mar y la cercana orilla, parecíase tornar en una carita bella, de gota de sal en hermosa estrella.
La nariz preguntaba al verla pasar, mirando de pasada el surco estelar, ¿de dónde viene esa gota y a dónde esa gota irá?
Los ojos la despedían, intentándola abrazar, pues sentían que con ella se iba su beldad, la boca la esperaba, ansiosa de su llegar, pues sabía que al abrazarla, se haría azúcar en su paladar.
Las mejillas se sentían orgullosas, llenas de vanidad, pues habían sido camino, de una estrella al pasar.
Mientras tanto, nuestra amiga gota de sal, se paseaba por la cara sin pensar, pues había comprendido que no importa el camino, sino tan solo el caminar, y que seguramente, o mas bien quizás, repetiría su peregrinar, pero no importaba el ir y el venir, ni el paso ni el pasar, lo importante era ella, el ser una gota de sal, que al caer… relucía como una estrella.
(Del poemario, Mis amores perdidos ©)
tal vez sea verda que no importe el camino, sino el caminar.
M'encanta, com sempre, segueix així!
Es curioso que tal y como has descrito en este poema el trayecto que sigue una lágrima sea tan parecido a como se desarrollan varios tramos de nuestra vida, en los que van pasando los días, uno tras otro, y lo importante es cómo pasen, y no que pasen simplemente...
me ha gustado tu seccion de relatos y el blog en general ^^
pd:soy Lucy
Bueno como me indicaste si quieres afiliarte o ponerte en contacto conmigo ya sabes
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