Pisando la tierra.

Cada vez que miro hacia abajo tan solo veo tierra bajo mis pies, y cuando levanto mi pisar no veo raíces que me aten para no seguir caminando.
Y en esa frase queda resumido mi sentido patrio, nada que ver con la vergüenza sino con un principio básico de la percepción que tengo de mi mundo, del mundo.
Siento vergüenza cuando oigo a alguien hablar de la tierra, de su tierra, como si esta le perteneciese o por si hubiese algo más que la casualidad bajo sus pies, como el color de su piel, uno no elige ni donde nace ni que vestido tendrá al nacer. Pero la gente no puede ir desnuda, ni descalza, supongo que por eso calzan zapatos a juego con sus ropas, y convierten su vestimenta en bandera que ondear al aire.
No, yo carezco completamente de sentido de raíces, la vida me ha enseñado con demasiada frecuencia que la única tierra que debo sentir como mía es la que me ofrezca frutos de donde alimentarme, no tengo sentido político, al menos como se entiende hoy la política, ni jamás escribiré un poema alabando la belleza de mi tierra. “Mi tierra” es demasiado áspera y poco fértil, voluble a la voluntad de unos cuantos que prefieren plantar en ella flores de invernadero antes que sembrar alguna semilla.
Una planta necesita algo más que palabras bonitas para crecer, necesita gente capaz de alimentarla con asiduidad, algo que se olvida a menudo.
Eso no hace que no sea consciente de la belleza, tan solo que no me limite a una ventana para mirar el mundo, y que no sea capaz de bordear el árbol que tengo frente a mí para poder contemplar el bosque, que hay más allá de mi limitada visión.
No puedo evitarlo, siento ese desprecio dentro de mí hacia todo aquello que me suena a hipócrita, a banal, a necio, a peloteo barato de unos cuantos intelectuales que gracias a frotarse contra piernas de políticos consiguen algún hueso que roer.
Y ese es mi mayor problema, mi orgullo, que no sirvo a ningún dios ni rey ni patria que no sea el de la raza humana y el del planeta tierra, hasta no haber pisado otro. Soy un paria y un desterrado dentro de mi propia frontera.
Eso no me apena, puedo vestir la ropa que quiera o andar descalzo cuando me plazca, y respirar de igual forma una brisa marinera que el aire en una montaña. Y ver, no la tierra como un conjunto de arena, alquitrán y rotondas, sino como un inmenso valle sin muros, donde muchos han escarbado un hoyo y escondido en él, abrazando el barro y regocijándose como si fuese su mayor tesoro.
Nadie es profeta en su tierra, nadie se atreve a ver más allá de la cueva de Platón, nadie toma la píldora azul de Morfeo… quizás por que no hay nadie y tan solo existen plantas en este valle, algunas flores hermosas, otras malas hierbas, pero todas, en definitiva, con la larga cadena de sus raíces atándolas, como perros, a la mano que les arroja sus sobras.
Nunca entenderé por que la gente discute, lucha o incluso mata por un trozo de tierra, a no ser que las excuse con la única palabra que define sus actos… estupidez.
Tantos millones de año y seguimos igual, con otras palabras, con otras excusas, con otros engaños, pero al final todo es cuestión de tribus de salvajes luchando entre ellas para servir a un amo, a un señor feudal que viste su mandato con ideales, sentimientos nacionalistas, o pura avaricia.
Yo, mientras, sigo pisando la tierra.

5 comentarios :

  1. PAKY dijo...

    Yo tampoco soy partidaria del exacerbar el patriotismo, pero sí he de reconocer que, aunque es cierto que la tierra no nos pertenece, es como la calle, de todos, sí es cierto que cuando se viaja, se compara, y eso hace que se sienta cierto orgullo, por llamarlo de algún modo, de sentirse que pertenecemos a un lugar. Pero claro, hablar de la tierra es muy generalizado, pues a mí me gusta mucho mi ciudad, pero no me gustan la mayoría de ciudadanos que la habitan, por poner un ejemplo... yo sólo me considero dueña de lo que me he ganado a pulso con mi esfuerzo, pero de la tierra, yo siento que no es mía, sino que pertenezco a ella, y doy gracias por ser de donde soy, un sitio precioso para vivir (aunque hay mucho paro...)

  2. Tus palabras me han hecho recordar la carta que el Jefe Seattle mandó a Franklin Pierce en 1855. Hablaba sobre la idea de comprar la tierra, la cual no poseía ningún hombre. A los indios les parecía extraño ese concepto, la posesión de algo como el cielo, las montañas, los rios o los árboles.

    Supongo que ellos se sentían arraigados de otro modo, la tierra era la que les poseía a ellos de algún modo. Yo pienso lo mismo.
    No me siento ligado a ningún lugar ni siento ese "orgullo patrio" que tanto está de moda ahora. Como tú bien dices, no tien nada que ver con la política, más bien con el sentido común.

  3. Moïra dijo...

    Me parece bien lo que dices, pero no me parece bien que sientas verguenza de la gente que no piensa como tu. Así todo el mundo sentiría verguenza de todo el mundo. Decimos tierra por no decir cosa o silla, cierto es que no nos pertenece y no tenemos que delimitar nada, ningun trozo de la tierra(planeta), pero como dice Paky, podemos sentirnos que pertenecemos a ella.
    Para mi mi tierra no es Solo ola isla de Mallorca, sino un conjunto de gente, de lugares de la isla, junto con la familia. Solo algunos lugares me han hecho suya, igual que solo algunas personas se merecen mi trato.
    Yo si piso mi tierra, y me gustaría conservar mi idioma natal, me gsutaría conservar el baile mallorquin, las empanadas, las ensaimadas, la sobrasada, los botifarrones y las fiestas. Así como me gustaría ver toda la vida tirarse pedos a mi padre. Pero eso no quiere decir que pelearia por eso.

    Besos.

  4. Si he conseguido sacaros mas de dos frases, en vuestros comentarios, supongo que el articulo os ha hecho meditar o plantearos cosas, eso es quizás lo que pretendía. Gracias por tener la paciencia de leerme.

  5. Pues a petición popular, ahi vala biografía de Escrivá de Balaguer. Un tio con mucha miga...